Este 21 de agosto, pase a darme una vuelta por una playa muy peculiar, tiene muchos años que la conozco, púes los que habitamos cerca del Municipio de Tecpan de Galeana, sabemos de la existencia de esta Piedra de Tlacoyunque, en un tiempo atrás muy visitada, y hasta la fecha púes aún y cuando la carretera de acceso esta muy descuidada, ya por la tarde acudieron varias familias, y pescadores así como también bañistas jóvenes y un montón de niños.
Llegamos como a las tres de la tarde de un día domingo, el Sol ardiente inundando de su brillo al Océano Pacifico donde sus aguas cálidas lucían inquietas, al llegar nos dimos cuenta de que nos encontrábamos en la intemperie, si bien en la entrada están dos cabañitas una que luce muy abandonada y otra en buenas condiciones, no prestan ningún servicio, además no son públicas y no están muy cerca de la Piedra que es el principal atractivo de esta hermosa playa, y sabiendo de estas circunstancias nosotros llevamos nuestra propia comida para alimentarnos en algo así como un día de campo. El problema era el Sol abrazador, y buscamos una sombra que nos protegiera y nos permitiera una estadía agradable, lo primero que vimos era un espeso de mangles y una entrada que ya estaba ocupada por una familia, afortunadamente estaban otros pequeños arboles que lograron darnos una sombra donde refugiarnos.
Convivir con la naturaleza, así de una manera muy directa realmente te da paz, te da tiempo de observar y pensar, imaginas cuanto tiempo ha pasado y te preguntas desde cuando esas piedras están ahí? por que son tan raras y diferentes? realmente no encuentras respuestas, ya que no soy Geólogo ni nada parecido, y lo que viene a mi mente es que tal vez en la época de los volcanes, o quizás un meteorito, o quizás cuando se dividieron los continentes es que quedaron estas figuras caprichosas y materiales distintos a todas las piedras que existen en esta parte de la Costa del Océano Pacifico.
Sin duda alguna es un atractivo turístico, digamos no comercial, pero si muy especial, púes definitivamente es difícil de encontrar estas playas con cero contaminación, cero invasión de los grandes hoteles y bullicios de personas, y además con la característica de ser un rompeolas natural, y si buscas con cuidado es bastante divertido bañarte entre los espacios que quedan en las rocas, las cuales logran que las olas lleguen bastante disminuidas y sean pequeñas y fáciles de sortear, tanto que hasta los niños pequeños de 7 años en adelante pueden divertirse bastante bien en una especie de chapoteadero con olas, claro con la debida vigilancia y en la orilla sin necesidad de adentrarse pues se acumula el agua del vaivén de las olas. Así fue como disfrutamos un buen rato, nos bañamos y cuando entro la tarde y el sol empezó a bajar, ya habían varias familias disfrutando de este hermoso escenario.
Fue una tarde inolvidable, redescubrir estos lugares una y otra vez es algo de lo que no me cansaría, en Guerrero tenemos bastantes lugares y con matices de espectacular belleza, soy afortunado porque vivo aquí, y me basta recorrer unos pocos kilómetros para poder acceder a un sinfín de ecosistemas que sin ser propiedad de nadie, pertenecen a todos, la humanidad debería aprender a cohabitar y cuidar estos lugares intactos de la naturaleza.
Eduardo Torres.